Excursión al Jardín de los gigantes dormidos
¿Te gusta jugar a las escondidas? No, no te preocupes, no tendrás que correr; estos gigantes están tan dormidos que no se despertarán para correrte. Sin embargo, si quieres sacarte una selfie con ellos, tendrás que esforzarte y buscarlos muy bien hasta encontrarlos. Hay más buenas noticias para ti: el recorrido no solo es hermoso, sino que es todo un canto para tus sentidos. Mientras te abres paso entre los senderos, oirás al agua fluir en las fuentes y esa sensación amenaza con plagiar a la felicidad. Si te gusta deleitarte la vista con los colores de la flores, aquí te esperan mil, sí, mil, variedades de orquídeas asiáticas. Para finalizar, las fragancias que se mezclan en el aire renuevan tus votos con la vida.
Cuando llegues a tu primer gigante, ya habrás absorbido tanta felicidad y belleza del ambiente, que sin importar cuánto hayas caminado, te sentirás como nuevo.
¿A quién se le ocurrió una idea así? Fue Raymond Burr el actor canadiense ya fallecido y ganador de premios Emmy, quien concibió esta idea y la llevó a la práctica en 1977.
Para acceder al jardín, hay que pagar las entradas en sus accesos, la cual incluye un recorrido guiado a pie. El jardín es grande y tiene áreas para picnics, así que puedes llevarte algo rico y almorzar allí para continuar explorando una vez pasado el mediodía. ¡Llévate un buen repelente, ya que los mosquitos no te darán tregua!
Para un buen descanso, siempre tendrás a los baños de barro de Sabeto.